En el libro de Hechos, identificamos en primer lugar la cercanía que tuvo a Pedro en la conformación de la iglesia tras la ascensión de Jesús. Es junto a Pedro con quien soportan la persecución de la institucionalidad judía.

En el capítulo 4 podemos observar que fueron encarcelados e interrogados, ante esta situación ambos mostraron audacia en palabras y hechos hasta el asombro de las autoridades judías, que los consideraban “hombres sin letra y del vulgo”.

Podemos ver y entender que las moradas no solo están en el cielo, sino que también deberían estar en nuestro corazón, Jesús no solo prepara las moradas del futuro en el cielo, sino que también los cristianos debemos de preparar nuestro interior para que esta sea una morada de Nuestro Padre, tener un corazón sensible y arrepentido y sincero, Dios obrará en nuestras vidas siempre porque nunca nos dejara solos.

Podemos tener la enseñanza de que la vida cristiana, el servicio cristiano, no se hace de manera individual o sola, siempre se debe de hacer en comunidad o acompañado, ser discípulo no es caminar solo, ser discípulo es acompañarnos unos con otros, si somos discípulos de Jesús, si estamos llamados a seguirle, debemos entender de que no lo debemos hacer solos porque estaríamos caminando en contra de lo que nos dice la Biblia.

Ser discípulo de Jesús implica caminar juntos en comunidad, que el Señor nos ayude también a entender que nuestro deseo de protagonizar sea medido, para que, en lugar de protagonizar por nuestro ego, nuestro protagonismo y servicio en la iglesia, sea para honra y gloria del Señor, en todo momento hasta cumplir el propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros aquí en la tierra.

CITAS BÍBLICAS:

S. Juan 21:20

Gálatas 2:9