Hay goles que no se olvidan por la trascendencia que tienen y otros por ser anomalías en el desarrollo normal del fútbol. Y hay veces que esos goles son a favor, y otras caen en contra, En la temporada 1939-40, en la fase de ascenso a Primera, la Real encajó uno de esos tantos que pasan a la historia por lo absurdo de la situación. En el último partido de esa liguilla, la Real, ya sin opciones de volver a la máxima categoría, recibió al Levante, y el equipo valenciano ganó por 2-3. El tercer gol no solo llegó en los minutos finales del partido, sino que además lo anotó el portero suplente del Levante actuando como jugador de campo debido a la lesión de un jugador que iba a formar aquel día.