Hubo un momento en mi niñez cuando deseé ser mayor, tener barba y bigote, más estatura, independencia, más amigos, conversaciones más ‘serias’, más ‘importantes’…..en fin, gozar de los privilegios de un adulto.
Empecé a crecer y aunque jamás tuve barba y bigote por mis genes, si logré la estatura deseada, independencia, amigos, esas añoradas conversaciones ‘serias’. Pero me di cuenta de algo. De niño me sobraban razones para reír a carcajadas, de adulto se habían escaseado. Empecé a encontrar más motivos para estresarme y perder de vista los momentos de alegría.