Por el miedo al rechazo y a mostrar nuestra verdadera esencia, entramos a las drogas, fumamos nuestros primer cigarro o nos involucramos en violencia. Pensamos que tenemos que el amor debe ganarse, y nos da miedo perder la aceptación de otros si mostramos como somos realmente. Incluso con Dios pensamos igual, que si debemos hacer algo para ganarnos su amor, ignorando que Él nos ama desde el principio, y que no cambiamos para ganarnos su amor, sino que lo hacemos porque su amor es el que nos transforma día a día.