Mucha gente intenta guardar lo que le sobra después de pagar todos los gastos, pero la realidad es que casi nunca queda nada. Entre facturas, ocio e imprevistos, el ahorro termina siendo una promesa incumplida.
La clave está en cambiar el orden. En cuanto recibas tu nómina, aparta una cantidad fija y destínala al ahorro como si fuera un recibo más. Esa parte no se toca.
De esta forma, te obligas a vivir con lo que queda y aseguras que tu dinero crezca mes a mes. Es un hábito sencillo, pero tan poderoso como cualquier inversión: el primer paso hacia tu libertad financiera.