La mañana del domingo 5 de septiembre de 1982, el chico de 12 años Johnny Gosch fue secuestrado, presumiblemente, por un hombre que se le había acercado frente a testigos minutos antes. El hombre viajaba a bordo de un Ford azul y, tras las investigaciones, se llegó a la conclusión de que pertenecía a una poderosa red de pedofilia que operaba en Iowa, con personas muy adineradas e influyentes entre sus filas.
A pesar de los esfuerzos por encontrar a Johnny, jamás se encontró, ni vivo ni muerto. Periódicamente se reportaban desapariciones de chicos en circunstancias idénticas en la zona en que Johnny fue abducido, lo que reforzó la teoría de la red. Estos otros chicos tampoco fueron hallados.
La madre de Johnny afirma que, décadas después, su hijo regresó a casa y habló por ella durante unos segundos, para huir misteriosamente, y ocultaba algo inquietante y aterrador.