No son los hombres, por naturaleza, ni reyes, ni pobres, ni potentados, ni cortesanos, ni ricos: todos nacierón pobres y desnudos, sujetos todos a las miserias de la vida, a los pesares, a los males, a las necesidades, a toda especie de duelos; condenados, en fin, a la muerte. La flaqueza del hombre es lo que lo hace sociable: nada le deberíamos si no fuéramos hombres. Todo cariño es señal de insuficiencia: si no tuviera cada uno de nosotros necesidad de los demás, nunca pensaría en unirse con ellos. Así, de nuestra misma enfermedad nace nuestra dicha frágil. No concibo que el que nada ama pueda ser feliz.