Jesús es indudablemente Rey, no cualquier Rey, sino el Rey del Universo, sus manos sostienen todas las leyes de cuanto existe; sin embargo, su reinado no responde a los conceptos de este mundo, el suyo es un reino que no tiene fin y está basado en la humildad y el servicio, por ello hasta ahora reconoce su condición real, cuando está a punto de subir a su trono: la cruz, de endosar su corona: espinas, de sostener no un cetro, sino ser sostenido por clavos, de vestir su traje real: su desnudez. Su reino no es de este mundo, sus siervos no llegaron para salvarlo, sino que por su entrega fuimos sus siervos que fuimos salvados por él.