En esta carrera vertiginosa del mundo actual por el progreso, hemos ido perdiendo poco a poco nuestra humanidad, y aquello en lo cual residía nuestra grandeza, ¡hemos perdido nuestros valores! Nos encontramos en un época donde todo lo que es bueno, verdadero, sensible, de calidad, ha pasado a un segundo plano, y donde lo que interesa es la diversión, el espectáculo, la fama, el dinero, el poder y la apariencia.
Tal vez esto ya no tenga reversa, pero no por eso debemos dejar de insistir y de tratar de ser mejor cada día.