Desde el pozo mirando al cielo. Veo el Pentacornio pasearse frente a mi sombra. No puede eliminarla porque sin alma anda caminando hoy. El pozo fue hecho con cristales que brotan de mis ojos, haciendole entender a la lluvia que perderá ante mi profundo dolor. Es imposible que sus gotas llenen el pozo primero que mis ojos, porque nada duele más que un amor por primera vez sentido, lleno de excepciones, de verdades, desafíos y delatores.
Me siento en un pozo lleno de cristales que forman olas. Ato con una soga al corazón. Del otro lado le ato sus mentiras. Lo suelto despacio y llega al fondo donde hay frío, soledad y dolor. El corazón es irreverente, aún ahogado por las mentiras sigue latiendo, tan fuerte que un sonido hace retumbar las paredes del pozo y los cristales que aún brotan crean una canción que grita su nombre. No había experimentado jamás increíble y único sentimiento. Tan feroz que salta como pez sacado del mar. De la parca que quiere labrar su destino. Se resiste. Late tan fuerte que aún puede ser escuchado desde el fondo del pozo, hasta Ganímedes. Sigue tan vivo que aún provoca que se ericen los sentidos, sin sentido. Que produce pensar en los labios del pecado.