Se nos va de ojo que el presente existe porque ya se puede medir, gracias al hallazgo del Attosegundo, y un aparato fotográfico ultra rápido que capta ese lapso de tiempo.
Attosegundo que equivale a la trillonésima parte de un segundo generado por impulsos de luz láser intensa, que ha permitido a los físicos atómicos de la Universidad de Lund en Suecia grabar, por primera vez en la historia, el choque de un electrón con un átomo.
Más allá de las implicaciones científicas de este avance tan significativo, en la vida real el Attosegundo rompe con la idea que tenemos de que el presente no existe, de que se esfuma en cuanto pronunciamos la primera sílaba de una palabra. Ahora sabemos que existe un intervalo de tiempo para la acción humana medido en Attosegundos. Novedad científica que da verosimilitud a la sensación que tenemos de vivir en un presente continuo y extendido, por la velocidad a la que se suceden y con la que se apelotonan los acontecimientos y al uso de espectáculo que hace de esa información los medios de comunicación de manera machacona y reiterativa. Es así como nos inoculan la idea perversa de que lo malo no tiene fin, porque lo bueno que acontece apenas se cuenta. ¡Que no se te vaya de ojo!