Se nos va de ojo que la memoria nace cuando se conecta el hipocampo y el córtex cerebral, nunca antes de los tres años; y no almacena los recuerdos de manera fidedigna y secuencial.
Y no lo hace porque la vida sería invivible si recordáramos todo lo que nos acontece; por eso unos se olvidan y otros se reconstruyen porque nada se recuerda tal y como sucedió.
Por eso los recuerdos no son precisos porque la memoria es maleable y, con el paso del tiempo, sus huecos los rellena con otros recuerdos o con vivencias no vividas o imaginarias. Tanto con los recuerdos buenos como con los malos, porque lo que los fija en la memoria es la carga emocional que incorporan. Por eso los investigadores hablan de la memoria como un puzzle hecho de retazos de vivencias y emociones tangibles e intangibles. De ahí que sea un absurdo porfiar por la veracidad de un recuerdo porque, incluso, puede cargarlos el diablo. ¡Que no se te vaya de ojo!