Pablo recuerda a los romanos, y a nosotros, que la ley máxima para el cristiano es la ley del amor, aquella que Jesús anunció y demostró hasta dar su vida por toda la humanidad. El evangelio de hoy nos recuerda que seguir al Maestro implica libertad y generosidad, ya que no hay otra forma de hacerlo. Seguirlo conlleva renuncias y entrega constante para ser verdaderamente sus discípulos, sabiendo que la dimensión de la cruz siempre estará presente. ¡Maestro, que no rebajemos tu Evangelio!