La búsqueda del sentido de la vida y la perspectiva de trascendencia están arraigadas en el corazón humano, impulsándonos a ir más allá de lo transitorio, por ello debemos buscar a Aquel que es Eterno. El evangelio nos recuerda qué es propio de todo discípulo: saber leer los signos de los tiempos en nuestra vida y en la historia humana, y denunciar que a menudo prestamos más atención a lo superficial que a la voluntad de Dios. ¡Señor, inquiétanos para vivir nuestra fe!