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El pecado no solo nos separa de Dios, sino que también nos hace sufrir, nos martiriza, nos destruye, acaba con nuestros sueños y nuestros planes de vivir felices.
William Barclay, en su comentario del NT, parafrasea esta bienaventuranza cuando dice: ¡Ah, —Que dicha— o bienaventuranza de la persona que tiene el corazón destrozado ante el sufrimiento del mundo, y por su propio pecado; porque en su dolor encontrará el gozo del Señor!
By Leonel B. DeLeon5
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El pecado no solo nos separa de Dios, sino que también nos hace sufrir, nos martiriza, nos destruye, acaba con nuestros sueños y nuestros planes de vivir felices.
William Barclay, en su comentario del NT, parafrasea esta bienaventuranza cuando dice: ¡Ah, —Que dicha— o bienaventuranza de la persona que tiene el corazón destrozado ante el sufrimiento del mundo, y por su propio pecado; porque en su dolor encontrará el gozo del Señor!