A su regreso a México y tras unos meses de descanso, Gilberto Bosques es invitado a regresar al servicio diplomático. Después de rechazar ofertas para regresar a París, ir a Alemania y ocupar una embajada en centro América, al final acepta regresar a Europa como ministro plenipotenciario en Portugal, lugar desde el cual podrá seguir ayudando a los exiliados del Franquismo.