Al situarnos en un conflicto que pareciera ajeno, lo que implica menos esfuerzo a la hora de pensar es decidir quién es el héroe y quién el villano, y así, mirando desde la barrera, echarle porras al que creemos que debe ganar. Sin embargo, en la guerra nadie gana. En esta ocasión Jano y León platican sobre ella, dejando en evidencia que la ambición y el deseo humanos sobrepasan toda idea de bondad y que, al mismo tiempo, aquellos que aparecen como los grandes villanos tal vez nunca lo sean tanto.