En muchos sentidos, la geografía sirvió para proteger a los soviéticos durante la invasión alemana de 1941. Los extremos del clima ruso son los más conocidos, pero las enormes extensiones de territorio fueron otra consideración importante, que se vio agravada por la falta de carreteras. En un aspecto, sin embargo, la geografía planteaba un grave desafío a los soviéticos: la mayor parte de la población, y por tanto la mayor parte de la mano de obra, vivía y trabajaba en la Rusia europea, Ucrania y Bielorrusia.