El tábano, luego de visitar a los clásicos, se dio una vuelta por los pensadores medievales. Allí encontró a Tomás de Aquino y su inmensa obra. Él considera que el Estado se encuentra prefigurado en la naturaleza humana. Y como la naturaleza ha sido creada por Dios, el Estado es deseado por Dios. En Tomás encontramos el mismo ser social de Aristóteles. Este hombre se va a perfeccionar en la polis. El Estado, consecuentemente, debe procurarles a sus ciudadanos el desarrollo moral y la felicidad.