El verdadero aspecto y rostro de Jesús
Jesús no era como lo pintan.
Cuando pensamos en la imagen icónica de Jesús nos viene a la mente la de un hombre alto, de largos cabellos lacios hasta los hombros, una barba larga y una túnica hasta los tobillos.
La tradición cristiana lo ha representado con rasgos europeos.
Pero el Mesías del cristianismo nació en Oriente medio.
En la Biblia apenas se menciona ninguna de sus características físicas.
Sin embargo, los expertos creen que debía tener el aspecto típico de un judío de Galilea en el siglo primero.
La historiadora Joan E. Taylor ha escrito un libro sobre cómo supone que debió de ser el aspecto de Jesús.
Tendría el cabello marrón oscuro a negro, ojos castaños y la piel morena.
La imagen que vemos de las representaciones artísticas de Jesús se inspiraron en las culturas clásicas.
Al principio, aparece como el buen pastor.
Un imberbe al estilo de Apolo.
A partir del siglo cuarto, luce melena y barba, prestada de Zeus.
Una característica asociada a la sabiduría.
Sin duda, la imagen de Jesús se ha visto influenciada por las culturas que adoptaron el cristianismo.
En el mundo grecorromano, sus representaciones incorporaron elementos de las deidades locales.
A medida que el cristianismo se extendió por Europa, la imagen de Jesús continuó adaptándose a las sensibilidades culturales de cada región.
En la Edad Media, sus imágenes enfatizaron su poder y autoridad.
Servían tanto para inspirar devoción como para consolidar el poder de la iglesia.
En el año 2001 la BBC realizó un documental sobre esta cuestión.
El verdadero rostro de Jesucristo.
Richard Neave lideró a un equipo de antropólogos forenses junto a otros expertos para crear una imagen en 3D del aspecto de Jesús basada en la ciencia.
El estudio partió de tres cráneos del siglo primero, tomados de la misma región donde vivió Jesús.
A través de tomografía computarizada y modelado en 3D reprodujeron la imagen de Jesús más cercana a la realidad.
Una representación más precisa de Jesús podría enriquecer la comprensión de su humanidad y de su contexto histórico.
Posiblemente, Jesús llevase una barba bien cuidada.
Las monedas romanas de la época muestra a judíos cautivos con sus barbas cortas y rizadas.
Así que esa sería la moda del momento.
Según el libro de la profesora Joan Taylor: tener el pelo largo y la barba poblada indicaba que estabas cumpliendo un voto especial y que no bebías vino, en el judaísmo antiguo.
Por lo tanto, en el siglo primero, el pelo largo en los hombres era considerado ‘bastante indecoroso’.
Cuando los soldados vinieron a sacarlo del huerto de Getsemaní, hizo falta que Judas lo señalara de entre la multitud.
Del mismo modo, en el Evangelio de Juan, María Magdalena lo confunde con un jardinero cuando va a buscar su cuerpo.
A partir de estos datos, los estudiosos deducen que el aspecto de Jesús era parecido al de los hombres judíos comunes de su tiempo.
Seguramente, era más fibroso que corpulento.
Caminó mucho durante su misión, vivían de la caridad y compartían la comida.
Además era carpintero o constructor.
En cuanto a su ropa o vestimenta, los hombres de la región usaban una túnica corta de lana, compuesta de dos piezas.
Ceñida o atada a la cintura, con una túnica de lino fina debajo.
Sólo a los ciudadanos romanos se les permitía usar toga.
Así que Jesús vestiría un grueso manto de lana llamado himation.
Y calzó unas sandalias de cuero.
En síntesis:
Jesús habría tenido la piel morena, los ojos marrones, arrugas en la cara y con las manos y los pies callosos y ásperos.
Su estatura pudo rondar el metro sesenta o setenta, como mucho.
Su piel tuvo un tono oliva-marrón.
Y su rostro fue relativamente ancho.
Con una nariz prominente.
El pelo que lució fue corto, oscuro, ondulado o rizado.
Y vistió ropa sencilla: manta, sandalias y una túnica modesta.
Un rostro común, pero con una luz que transformó la historia