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Fragmento de
Joaquín Sabina. Perdonen La Tristeza
Javier Menéndez Flores
“No obstante, a pesar del veneno expelido por ese periodista, las cifras volvían a estar estruendosamente de su parte: según una información publicada por Diario 16 el 20 de noviembre de 1987, Sabina se situaba en el puesto número tres de la lista de superventas gracias al sencillo «Pacto entre caballeros», tercero del disco, que por entonces ya era platino. Unos meses después, las ventas rondaban las cuatrocientas mil copias.
A sus 38 años, casi cuarentón, Joaquín Sabina había superado con creces sus sueños de éxito más optimistas. Un éxito impensable, desde luego, para aquel muchacho que, tras realizar el servicio militar recién llegado de Londres, se instaló en Madrid con la intención de probar suerte. Y una vez en la cima comprendió que la fama tiene sus inconvenientes. O lo que es lo mismo, que los ricos también lloran. En junio de 1987 “ricos también lloran. En junio de 1987 comentó para un diario valenciano, a propósito de la popularidad adquirida: «No, no me digas que mi carrera ha dado un vuelco. Más bien creo que sigo haciendo y siendo el mismo. Solo que todo se ha complicado. No tengo tiempo libre. Y eso me agobia bastante. Digamos que he pasado de ser un segunda división a un primera, y en muchos momentos resulta preocupante, porque no era lo previsto. […] Seguir de una forma equilibrada hubiera sido más razonable. No me gusta ser un escaparate. Sabía que mis canciones algún día llegarían a un número mayor de gente, pero no al gran público de forma tan rápida». Palabras que amplió un par de meses después para el diario gijonés El Comercio: «Era más feliz cuando actuaba, junto a Javier Krahe, en La Mandrágora. Ahora me resulta más difícil salir a tomar unas copas después de una actuación y contactar con gente porque todo el mundo te conoce».”
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By Tonito El maestroFragmento de
Joaquín Sabina. Perdonen La Tristeza
Javier Menéndez Flores
“No obstante, a pesar del veneno expelido por ese periodista, las cifras volvían a estar estruendosamente de su parte: según una información publicada por Diario 16 el 20 de noviembre de 1987, Sabina se situaba en el puesto número tres de la lista de superventas gracias al sencillo «Pacto entre caballeros», tercero del disco, que por entonces ya era platino. Unos meses después, las ventas rondaban las cuatrocientas mil copias.
A sus 38 años, casi cuarentón, Joaquín Sabina había superado con creces sus sueños de éxito más optimistas. Un éxito impensable, desde luego, para aquel muchacho que, tras realizar el servicio militar recién llegado de Londres, se instaló en Madrid con la intención de probar suerte. Y una vez en la cima comprendió que la fama tiene sus inconvenientes. O lo que es lo mismo, que los ricos también lloran. En junio de 1987 “ricos también lloran. En junio de 1987 comentó para un diario valenciano, a propósito de la popularidad adquirida: «No, no me digas que mi carrera ha dado un vuelco. Más bien creo que sigo haciendo y siendo el mismo. Solo que todo se ha complicado. No tengo tiempo libre. Y eso me agobia bastante. Digamos que he pasado de ser un segunda división a un primera, y en muchos momentos resulta preocupante, porque no era lo previsto. […] Seguir de una forma equilibrada hubiera sido más razonable. No me gusta ser un escaparate. Sabía que mis canciones algún día llegarían a un número mayor de gente, pero no al gran público de forma tan rápida». Palabras que amplió un par de meses después para el diario gijonés El Comercio: «Era más feliz cuando actuaba, junto a Javier Krahe, en La Mandrágora. Ahora me resulta más difícil salir a tomar unas copas después de una actuación y contactar con gente porque todo el mundo te conoce».”
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