Hace 27 años, Sergio, ingeniero químico, y su esposa Rosario, instructora de acondicionamiento físico, estaban inundados en deudas. Él trabajaba en el giro automotriz y ella había montado un gimnasio. Todo parecía ir bien, hasta que decidieron asumir la deuda de la madre de Sergio, quien tenía una fábrica de deshidratación de flores.
“Lo único que me llamó la atención fue cuando escuché: ‘Quien califique al nivel diamante, puede pagar sus deudas”. Esto para mí fue como si se abriera el cielo y me iluminaran”, recuerda el gran líder.
Hoy, su negocio se extiende desde el Centro y Bajío de México hasta 16 países, como Estados Unidos, Colombia, Argentina, entre otros. Su nivel de impacto es tal que existen más 15,000 socios en su organización.