Me había mentalizado en ir a votar, estaba eligiendo el mejor lápiz azul, pero el sábado en la noche me hice el PCR y ahora estoy en cuarentena por sospecha de COVID, esperando el resultado del examen.
Quería ir a votar, quería aportar para generar los cambios que necesitamos, pero lamentablemente no pude, y solo me quedó ver el conteo por la TV y muchas personas siendo parte de un momento histórico.
No sé si estabas por el apruebo o el rechazo, no sé si estás viviendo este momento como una victoria o una derrota, no sé si saliste a celebrar a Plaza Italia o quedaste lamentándote en tu casa, no sé si prefieres al general Baquedano negro o rojo, pero ¿de verdad crees que este plebiscito, con apruebo o rechazo, resolvería el problema de chile?.
No quiero desanimarte, ni que sientas que lo realizado hoy no tiene sentido, somos hombres y mujeres de nuestro tiempo, y Dios nos pide ser parte de la historia en este momento, porque tenemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida para tantos que sufren hoy.
Pero lamentablemente con todos los esfuerzos que se han realizado hasta ahora, nada será resuelto realmente (lo mismo hubiera pasado con el rechazo). Tenemos la tendencia natural a ver la solución en propuestas ideales, pero cuando analizas los aspectos que debían ser resueltos por el apruebo o por el rechazo: la desigualdad, la injusticia, la delincuencia, las diferencias sociales, la corrupción, los abusos, la discriminación, el machismo, el feminismo, la violencia, el maltrato animal, la destrucción del planeta, finalmente llegamos a la conclusión de que un documento por más claro que sea no puede cambiar el corazón del hombre, que es el lugar desde donde salen todos estos problemas.
El verdadero problema no está en un papel, el verdadero problema está en quién por todos los medios busca la manera de hacer un baipás a la norma, la ley, el reglamento.
Por lo tanto, sin pensar en que no tiene sentido el esfuerzo por mejorar la realidad actual, la verdadera solución no está ahí, aunque podrían mejorar las condiciones en algunos aspectos. Cuando Dios quiso sanar el corazón del hombre, les dio leyes que eran una herramienta para conducir la conducta del hombre, pero ellos terminaron estropeando el instrumento dándole un mal uso.
Se estableció una norma para saber como tratarse entre hermanos y compatriotas, como tratar a los extranjeros, pero finalmente todo terminó siendo malinterpretado, llega el momento en que Dios les dice que ya no sirven sus ayunos, porque pretendiendo ser escuchados por Dios, por otro lado abusaban de los más pobres.
El problema del hombre es profundo, mucho más de lo que nos imaginamos. No basta con una línea en un papel con dos opciones.
Para resolver el problema necesitamos la ayuda de alguien que comprenda la desgracia que vive la humanidad, alguien que comprenda la magnitud del conflicto entre el bien y el mal, alguien que haya experimentado las consecuencias más terribles del conflicto entre el poder, la tiranía y el amor de Dios, alguien que haya visto de frente al diablo y lo haya vencido. Pero también se necesita un corazón dispuesto a la intervención de aquel que venció el mal y dictó la sentencia para satanás.
Dios promete un corazón nuevo (Ezequiel 36:26) un corazón moldeable, un corazón dispuesto a vivir la experiencia de la transformación, dispuesto a ser obediente, dispuesto a vivir como discípulo, dispuesto a negarse a sí mismo, dispuesto a amar al que votó distinto a ti, dispuesto a dejar sus intereses para asumir como propios los intereses del reino de Dios.
No sé si tú estás dispuesto a disponer tu corazón para la intervención de Dios.
Es tiempo que analices si realmente quieres un cambio más allá de un voto, el verdadero cambio comienza en ti, entregando tu corazón para ser moldeado por Dios.
No te confundas, el cambio real es construir el reino de Dios.