Deberíamos atender a nuestro semáforo emocional. Saber cuándo se pone en ámbar. Porque no hay infierno más inmediato que ese instante detenido, ese segundo en el que todas sus frustraciones, sus rabias y sus heridas mal cicatrizadas se concentran en el rojo de un semáforo.
Pero no se preocupe. Usted no lo haría. Usted respira hondo. Usted es civilizado.
Hasta que un día….
Con la colaboración especial de Sonia Distel.