Genio, artista, visionario, iluminado... los calificativos usados para definir a Gaudí ayudan a entender la dimensión de este arquitecto universal, uno de los grandes talentos de Barcelona y del mundo. La monumental complejidad de sus obras – y no me refiero sólo a la Sagrada Familia – contrasta con la sencillez de su vida. Gaudí llevó un estilo de vida sobrio, consagrado a su trabajo, especialmente en los últimos años.
Pero de la vida y obra de Gaudí se ha hablado tanto, y se ha escrito tanto, que no quiero extenderme en este podcast. Yo quiero hablaros hoy de su muerte, extraña para unos, misteriosa para otros, e incluso maquiavélica para los más osados.
Gaudí, como muchos de vosotros ya sabréis, murió atropellado, o más bien golpeado, por el impacto de un tranvía. Murió un 10 de junio de 1926. Las crónicas, que hoy conoceremos, nos cuentan con detalle que se trató de un accidente fortuito, una muerte absurda y lamentable. Pero muchos han querido ver en esa extraña casualidad, en ese azar caprichoso, una intención más macabra.