En este episodio , Jesús habla sobre Juan el Bautista, afirmando que es el mensajero prometido que prepararía el camino para el Mesías. Alaba su papel profético, pero también señala que, aunque Juan es grande, el más pequeño en el Reino de los cielos es aún mayor.
Jesús concluye con una invitación profundamente reconfortante: ofrece descanso a todos los que están cansados y agobiados, y los llama a tomar su yugo, que es suave y ligero.
Por otro lado, en el capítulo 12, Jesús confronta a los fariseos por su interpretación estricta del sábado. Defiende a sus discípulos por recoger espigas en ese día y sana a un hombre , demostrando que la misericordia está por encima del cumplimiento rígido de la ley.
Finalmente, Jesús enseña quiénes son realmente parte de su familia: no por la sangre, sino por hacer la voluntad de su Padre celestial.