No he visto albergue más hermoso que "Sueños y Esperanzas", el de Erika Cid. Cuando entras y caminas por sus pasillos, te olvidas de que estás dentro de un albergue. El lugar huele delicioso, y los niños están siempre impecables. Recuerdo que una de las veces que fui, me impresioné con la cantidad de bebés que estaban cuidando y pensé: tantas parejas queriendo un bebé... y tantos bebés aquí esperando a unos papás.

Ese día entendí que había que apostarle todo a nuestra delegación para acelerar y mejorar los procesos de adopción, para poder regresarles a todos esos bebés ese derecho que la vida les había quitado: el de tener una familia.

Soy testigo del amor con el que Erika, su propia familia y su personal cuidan a los niños. Lo que más me gusta de Erika es que tiene la visión de darles a los niños las mismas oportunidades y derechos que tienen sus propios hijos, y busca para ellos siempre, todo lo mejor.

Erika ha sabido rodearse de grandes aliados que no la dejan sola y que la ayudan a hacer de ese el mejor albergue en el que nuestros niños puedan crecer.

Que Dios le dé larga vida a Erika, porque este mundo necesita muchos corazones como el de ella, de esos que son suficientemente grandes para amar sin límites.