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En el camino hacia la tierra prometida, el pueblo de Israel volvió a quejarse contra Dios y Moisés, cansados del maná y frustrados por la travesía. Su ingratitud fue una rebelión directa contra el cuidado divino. Como consecuencia, serpientes venenosas comenzaron a morderlos, trayendo muerte y temor. Al reconocer su pecado, claman por intercesión. En respuesta, Dios no quita las serpientes, sino que provee una solución simbólica y profética: una serpiente de bronce levantada en un asta. Quienes la miraban con fe eran sanados. Este acto apunta directamente a Cristo, quien según Juan 3:14-15 sería levantado para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna
By Edwin De PaulaEn el camino hacia la tierra prometida, el pueblo de Israel volvió a quejarse contra Dios y Moisés, cansados del maná y frustrados por la travesía. Su ingratitud fue una rebelión directa contra el cuidado divino. Como consecuencia, serpientes venenosas comenzaron a morderlos, trayendo muerte y temor. Al reconocer su pecado, claman por intercesión. En respuesta, Dios no quita las serpientes, sino que provee una solución simbólica y profética: una serpiente de bronce levantada en un asta. Quienes la miraban con fe eran sanados. Este acto apunta directamente a Cristo, quien según Juan 3:14-15 sería levantado para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna