1¿Eres física y emocionalmente capaz de seguir liderando a un alto nivel? Si no es así, probablemente deberías jubilarte. El liderazgo efectivo exige tanto resistencia física como resistencia emocional.

2¿Sigues muy motivado en tu puesto de liderazgo? Si no te despiertas cada mañana entusiasmado con tu ministerio, podría ser el momento de hacerte a un lado.

3¿Eres un aprendiz continuo? ¿Está leyendo, escuchando a otros, asistiendo a conferencias, aprendiendo nuevas tecnologías y manteniéndose actualizado en áreas clave? Un líder estancado puede obstaculizar el progreso de una iglesia.

4¿Te aferras principalmente por razones financieras? Si las preocupaciones financieras son la razón principal para quedarse, es posible que le esté haciendo un flaco favor a su iglesia o ministerio.

5¿Tiene una visión clara y convincente para el futuro de su ministerio? Sin una visión de futuro, es posible que esté navegando por inercia. Ir por inercia a menudo indica que es hora de considerar la jubilación.

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