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Hay momentos en los que el verdadero liderazgo no se demuestra hablando, sino callando.
No porque no tengamos algo para decir, sino porque aprendimos a dejar espacio para que otros lo digan.
Cuando llevas años en un rol, conoces cada detalle, cada historia, cada proceso… y sin darte cuenta, te convertís en el que siempre responde, siempre opina, siempre interviene.
Pero ahí está el desafío: morderse la lengua.
Dejar que el otro piense, pruebe, se equivoque, aprenda.
Dar lugar, aunque sepas la respuesta.
💡 Liderar también es aprender a correrse.
A veces hay que dar un paso atrás para que otros puedan dar uno adelante.
Y eso, lejos de quitarnos valor, nos vuelve más grandes.
No todo lo que vemos tenemos que corregir.
No todo lo que pensamos tenemos que decir.
A veces, el mayor acto de liderazgo es celebrar en silencio, y dejar que los demás brillen con su propio resultado.
By Iris MacHay momentos en los que el verdadero liderazgo no se demuestra hablando, sino callando.
No porque no tengamos algo para decir, sino porque aprendimos a dejar espacio para que otros lo digan.
Cuando llevas años en un rol, conoces cada detalle, cada historia, cada proceso… y sin darte cuenta, te convertís en el que siempre responde, siempre opina, siempre interviene.
Pero ahí está el desafío: morderse la lengua.
Dejar que el otro piense, pruebe, se equivoque, aprenda.
Dar lugar, aunque sepas la respuesta.
💡 Liderar también es aprender a correrse.
A veces hay que dar un paso atrás para que otros puedan dar uno adelante.
Y eso, lejos de quitarnos valor, nos vuelve más grandes.
No todo lo que vemos tenemos que corregir.
No todo lo que pensamos tenemos que decir.
A veces, el mayor acto de liderazgo es celebrar en silencio, y dejar que los demás brillen con su propio resultado.