No olvides que una vez que esta jornada ha comenzado, el final es seguro.
Las dudas te asaltarán una y otra vez a lo largo del camino, y luego se aplacarán sólo para volver a surgir.
El final, no obstante, es indudable.
Nadie puede dejar de hacer lo que Dios le ha encomendado que haga.
Cuando te olvides de esto, recuerda que caminas a Su lado, con Su Palabra impresa en tu corazón.