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(Ver debajo para español)
This For Your Journey episode explores the question of what happens when we die, noting that while culture offers many images and traditions, Scripture provides only glimpses of the mystery. District Apostle Schnabel clarifies, what we do know is that God created humanity in His image and gave each person an immortal soul. Death is not the end, but a continuation of the soul’s journey in relation to God. A soul’s condition in eternity is not earned through rituals or worldly success, but rests on one’s relationship with Him, as illustrated in Jesus’ parable of the Rich Fool (Luke 12:16–21). Our lives are measured not by what we achieve but by being “rich toward God,” living in love for Him and neighbor.
The District Apostle cautions against shallow metaphors at funerals or when offering comfort to those going through the grief of loss, urging instead that comfort be rooted in God’s consistent character: He is loving, just, and desires all to be saved. Jesus showed this in the parable of the lost sheep (Matthew 18:12–14) and through His descent to the departed after His death (1 Peter 3:18–20), while Paul assures that Christ is Lord of both the living and the dead (Romans 14:9). The hopeful message is that every soul continues to grow and develop in eternity, always dependent on God’s grace. As Revelation 14:13 reminds us, “Blessed are the dead who die in the Lord… their deeds follow them.” Though Scripture does not answer every detail about the afterlife, it reveals enough: God is perfect, compassionate, and unfailing in His work of salvation, offering real hope and comfort to both the grieving and the living.
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ESPAÑOL
Este episodio de For Your Journey explora la pregunta de qué sucede cuando morimos, señalando que, aunque la cultura ofrece muchas imágenes y tradiciones, la Escritura solo brinda destellos del misterio. El Apóstol de Distrito Schnabel aclara que lo que sí sabemos es que Dios creó a la humanidad a Su imagen y dio a cada persona un alma inmortal. La muerte no es el final, sino una continuación del camino del alma en relación con Dios. La condición de un alma en la eternidad no se alcanza mediante rituales ni por el éxito terrenal, sino que depende de la relación con Él, como se ilustra en la parábola de Jesucristo sobre el rico insensato (Lucas 12:16–21). Nuestras vidas no se miden por lo que logramos, sino por ser «ricos para con Dios», viviendo en amor hacia Él y hacia el prójimo.
El Apóstol de Distrito advierte contra las metáforas superficiales en los funerales o al brindar consuelo a quienes atraviesan el duelo de la pérdida, exhortando más bien a que el consuelo se fundamente en el carácter constante de Dios: Él es amoroso, justo y desea que todos sean salvos. Jesús mostró esto en la parábola de la oveja perdida (Mateo 18:12–14) y a través de Su descenso a los muertos después de Su muerte (1 Pedro 3:18–20), mientras que Pablo asegura que Cristo es Señor tanto de los vivos como de los muertos (Romanos 14:9). El mensaje esperanzador es que cada alma continúa creciendo y desarrollándose en la eternidad, siempre dependiente de la gracia de Dios. Como nos recuerda Apocalipsis 14:13: «Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor… sus obras con ellos siguen». Aunque la Escritura no responde a cada detalle sobre la vida después de la muerte, sí revela lo suficiente: Dios es perfecto, compasivo e infalible en Su obra de salvación, ofreciendo verdadera esperanza y consuelo tanto a los que sufren por la pérdida como a los vivos.
By New Apostolic Church USA5
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This For Your Journey episode explores the question of what happens when we die, noting that while culture offers many images and traditions, Scripture provides only glimpses of the mystery. District Apostle Schnabel clarifies, what we do know is that God created humanity in His image and gave each person an immortal soul. Death is not the end, but a continuation of the soul’s journey in relation to God. A soul’s condition in eternity is not earned through rituals or worldly success, but rests on one’s relationship with Him, as illustrated in Jesus’ parable of the Rich Fool (Luke 12:16–21). Our lives are measured not by what we achieve but by being “rich toward God,” living in love for Him and neighbor.
The District Apostle cautions against shallow metaphors at funerals or when offering comfort to those going through the grief of loss, urging instead that comfort be rooted in God’s consistent character: He is loving, just, and desires all to be saved. Jesus showed this in the parable of the lost sheep (Matthew 18:12–14) and through His descent to the departed after His death (1 Peter 3:18–20), while Paul assures that Christ is Lord of both the living and the dead (Romans 14:9). The hopeful message is that every soul continues to grow and develop in eternity, always dependent on God’s grace. As Revelation 14:13 reminds us, “Blessed are the dead who die in the Lord… their deeds follow them.” Though Scripture does not answer every detail about the afterlife, it reveals enough: God is perfect, compassionate, and unfailing in His work of salvation, offering real hope and comfort to both the grieving and the living.
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Este episodio de For Your Journey explora la pregunta de qué sucede cuando morimos, señalando que, aunque la cultura ofrece muchas imágenes y tradiciones, la Escritura solo brinda destellos del misterio. El Apóstol de Distrito Schnabel aclara que lo que sí sabemos es que Dios creó a la humanidad a Su imagen y dio a cada persona un alma inmortal. La muerte no es el final, sino una continuación del camino del alma en relación con Dios. La condición de un alma en la eternidad no se alcanza mediante rituales ni por el éxito terrenal, sino que depende de la relación con Él, como se ilustra en la parábola de Jesucristo sobre el rico insensato (Lucas 12:16–21). Nuestras vidas no se miden por lo que logramos, sino por ser «ricos para con Dios», viviendo en amor hacia Él y hacia el prójimo.
El Apóstol de Distrito advierte contra las metáforas superficiales en los funerales o al brindar consuelo a quienes atraviesan el duelo de la pérdida, exhortando más bien a que el consuelo se fundamente en el carácter constante de Dios: Él es amoroso, justo y desea que todos sean salvos. Jesús mostró esto en la parábola de la oveja perdida (Mateo 18:12–14) y a través de Su descenso a los muertos después de Su muerte (1 Pedro 3:18–20), mientras que Pablo asegura que Cristo es Señor tanto de los vivos como de los muertos (Romanos 14:9). El mensaje esperanzador es que cada alma continúa creciendo y desarrollándose en la eternidad, siempre dependiente de la gracia de Dios. Como nos recuerda Apocalipsis 14:13: «Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor… sus obras con ellos siguen». Aunque la Escritura no responde a cada detalle sobre la vida después de la muerte, sí revela lo suficiente: Dios es perfecto, compasivo e infalible en Su obra de salvación, ofreciendo verdadera esperanza y consuelo tanto a los que sufren por la pérdida como a los vivos.