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Una decisión que marcó la historia con sangre y silencio.
El clamor de una multitud resuena a lo largo de los siglos: “¡Crucifícale!” No fue solo una consigna, ni una explosión momentánea de furia popular; fue el eco de una nación extraviada, de corazones cegados por la dureza y la religión vacía, de líderes movidos por el miedo y el poder. En aquel tribunal improvisado, donde la justicia fue pisoteada por la conveniencia, no solo se condenó a un hombre inocente: se rechazó al Rey de gloria.
La escena es tan conocida como estremecedora: Jesús, callado ante sus acusadores, humillado por quienes debían honrarle, y entregado por aquellos que anhelaban un Mesías a su medida. Pilato, figura de autoridad, lavándose las manos pero no la culpa. Y el pueblo, cegado por su expectativa frustrada, prefiriendo a un criminal antes que al Santo.
Esta decisión –clamada por voces humanas, pero permitida por un propósito divino– marcó la historia con sangre... y con un profundo silencio. Porque aunque el cielo guardó silencio ese día, no fue indiferente.
By Daniel Alejandro FloresUna decisión que marcó la historia con sangre y silencio.
El clamor de una multitud resuena a lo largo de los siglos: “¡Crucifícale!” No fue solo una consigna, ni una explosión momentánea de furia popular; fue el eco de una nación extraviada, de corazones cegados por la dureza y la religión vacía, de líderes movidos por el miedo y el poder. En aquel tribunal improvisado, donde la justicia fue pisoteada por la conveniencia, no solo se condenó a un hombre inocente: se rechazó al Rey de gloria.
La escena es tan conocida como estremecedora: Jesús, callado ante sus acusadores, humillado por quienes debían honrarle, y entregado por aquellos que anhelaban un Mesías a su medida. Pilato, figura de autoridad, lavándose las manos pero no la culpa. Y el pueblo, cegado por su expectativa frustrada, prefiriendo a un criminal antes que al Santo.
Esta decisión –clamada por voces humanas, pero permitida por un propósito divino– marcó la historia con sangre... y con un profundo silencio. Porque aunque el cielo guardó silencio ese día, no fue indiferente.