
Sign up to save your podcasts
Or


En lo alto del Calvario, cuando todo parecía oscuridad y derrota, se alzó una palabra que rompió el silencio con la fuerza de un amor infinito. No fue un grito de reproche, ni una súplica de auxilio; fue una oración, nacida del corazón traspasado del Hijo de Dios: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. ¿Cómo puede alguien orar así mientras lo están matando? ¿Cómo puede el dolor convertirse en una oración por quienes lo causan? Estas palabras, pronunciadas en medio del dolor más profundo, no solo revelan la ternura insondable del Corazón de Cristo, sino que abren una puerta de esperanza para toda la humanidad. En esa súplica brota un perdón que no se limita al momento histórico del Gólgota, sino que se extiende como un abrazo eterno que alcanza cada herida, cada error, cada corazón que anhela ser sanado. Contemplar esta oración es entrar en el misterio de un amor que no guarda rencor, que no condena, que no espera a que el otro lo merezca. Déjate abrazar por esas palabras. Jesús no solo perdona: Él te enseña a perdonar.
By Daniel Alejandro FloresEn lo alto del Calvario, cuando todo parecía oscuridad y derrota, se alzó una palabra que rompió el silencio con la fuerza de un amor infinito. No fue un grito de reproche, ni una súplica de auxilio; fue una oración, nacida del corazón traspasado del Hijo de Dios: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. ¿Cómo puede alguien orar así mientras lo están matando? ¿Cómo puede el dolor convertirse en una oración por quienes lo causan? Estas palabras, pronunciadas en medio del dolor más profundo, no solo revelan la ternura insondable del Corazón de Cristo, sino que abren una puerta de esperanza para toda la humanidad. En esa súplica brota un perdón que no se limita al momento histórico del Gólgota, sino que se extiende como un abrazo eterno que alcanza cada herida, cada error, cada corazón que anhela ser sanado. Contemplar esta oración es entrar en el misterio de un amor que no guarda rencor, que no condena, que no espera a que el otro lo merezca. Déjate abrazar por esas palabras. Jesús no solo perdona: Él te enseña a perdonar.