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Las palabras finales de Jesús —“Consumado es”— no fueron simplemente una expresión de alivio ante el fin del sufrimiento, sino la declaración solemne del cumplimiento de un plan eterno. En ese momento culminante, el cielo y la tierra presenciaron la revelación completa del amor divino y el desenmascaramiento definitivo del enemigo de Dios. La cruz no fue un fracaso, sino una victoria: en ella se mostró que la justicia no excluye la misericordia, que la ley no contradice la gracia, y que el amor divino es más fuerte que cualquier rebelión. Esta victoria, presenciada por los ángeles y ofrecida a la humanidad, marcó un antes y un después en la historia del conflicto entre la luz y las tinieblas.
Hoy, al recordar ese momento, somos invitados no solo a aceptar el sacrificio, sino a vivir bajo su poder transformador, sabiendo que la victoria del amor no es un evento del pasado, sino una realidad presente que nos alcanza y nos renueva.
By Daniel Alejandro FloresLas palabras finales de Jesús —“Consumado es”— no fueron simplemente una expresión de alivio ante el fin del sufrimiento, sino la declaración solemne del cumplimiento de un plan eterno. En ese momento culminante, el cielo y la tierra presenciaron la revelación completa del amor divino y el desenmascaramiento definitivo del enemigo de Dios. La cruz no fue un fracaso, sino una victoria: en ella se mostró que la justicia no excluye la misericordia, que la ley no contradice la gracia, y que el amor divino es más fuerte que cualquier rebelión. Esta victoria, presenciada por los ángeles y ofrecida a la humanidad, marcó un antes y un después en la historia del conflicto entre la luz y las tinieblas.
Hoy, al recordar ese momento, somos invitados no solo a aceptar el sacrificio, sino a vivir bajo su poder transformador, sabiendo que la victoria del amor no es un evento del pasado, sino una realidad presente que nos alcanza y nos renueva.