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En la oscuridad silenciosa de la tumba, cuando todo parecía perdido, ocurrió el acto más glorioso de la historia: Jesús, el Hijo de Dios, rompió las cadenas de la muerte y emergió triunfante. No fue liberado por manos humanas, ni rescatado por estrategias terrenales. Él se levantó por el poder de su divinidad, proclamando con autoridad eterna: “Yo soy la resurrección y la vida”. Tenemos una esperanza que se extiende hasta la tumba. Su resurrección es figura, garantía y muestra de la resurrección final de todos los que duermen en él. Más que una historia antigua, este evento es la base de nuestra fe.
By Daniel Alejandro FloresEn la oscuridad silenciosa de la tumba, cuando todo parecía perdido, ocurrió el acto más glorioso de la historia: Jesús, el Hijo de Dios, rompió las cadenas de la muerte y emergió triunfante. No fue liberado por manos humanas, ni rescatado por estrategias terrenales. Él se levantó por el poder de su divinidad, proclamando con autoridad eterna: “Yo soy la resurrección y la vida”. Tenemos una esperanza que se extiende hasta la tumba. Su resurrección es figura, garantía y muestra de la resurrección final de todos los que duermen en él. Más que una historia antigua, este evento es la base de nuestra fe.