(Ver debajo para español)

Looking back at the sermon that Peter gave on Pentecost, we know that first we need to be baptized in order to receive the gift of the Holy Spirit (i.e. to receive Holy Sealing). Based on the words that he pronounced in that same sermon, the phrasing of Holy Sealing was modified from receiving the Holy Spirit to receiving the gift of the Holy Spirit.
The Holy Spirit is a person of the Trinity of God. He has always been and forever will be a person of the Godhead and active in the will of God wherever He is sent according to God's will. So, when we receive the gift of the Holy Spirit through Holy Sealing (carried out through the laying on of hands by an apostle and by prayer), we receive the power, the life of God which is thereafter indwelling in us. We want to have that gift because with it, we can know and grow in the will and understanding of God. We must allow Him to fully influence us and cause us to grow in the image and mind of Jesus Christ. Although the gift of the Holy Spirit always exists in its most powerful form, God always respects our free will, so we have to diminish and allow Him the room to expand to His fullness.

ESPAÑOL
Observando al sermón que Pedro dio en Pentecostés, sabemos que en primer lugar necesitamos ser bautizados para recibir el don del Espíritu Santo (es decir, recibir Santo Sellamiento). Con base en las palabras que él pronunció en ese mismo sermón, la frase expresada en el Santo Sellamiento fue modificada de recibir al Espíritu Santo a recibir el don del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es una persona de la Trinidad de Dios. Él siempre ha sido y siempre será persona de la Trinidad de Dios, estando activo en la voluntad de Dios a donde sea que sea enviado conforme a la voluntad de Dios. Entonces, cuando recibimos el don del Espíritu Santo a través del Santo Sellamiento (llevado a cabo a través de la imposición de manos de un apóstol y mediante la oración), recibimos el poder, la vida de Dios, la cual a partir de ese momento mora en nosotros.
Por lo tanto, cuando recibimos el don del Espíritu Santo a través del Santo Sellamiento (llevado a cabo a través de la imposición de manos de un apóstol y a través de la oración), recibimos el poder, la vida de Dios que a partir de ese momento mora en nosotros. Queremos tener ese don porque con él, podemos saber y crecer en la voluntad y entendimiento de Dios. Debemos permitirle que nos influencie plenamente y nos haga crecer en la imagen y en el sentir de Jesucristo. Aunque el don del Espíritu Santo siempre existe en su forma más poderosa, Dios siempre respeta nuestro libre albedrío, por lo que nosotros debemos disminuir y darle el espacio para expandirse en Su plenitud.