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NOTAS DE ELENA
Material complementario de la escuela Sabática para adultos
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
DOMINGO, 30 DE NOVIEMBRE
TIPOLOGÍA BÍBLICA
Al cumplir "toda justicia", Cristo no llevó la justicia a un fin. Cumplió todas las exigencias de Dios en arrepentimiento, fe y bautismo, los pasos en la gracia en la conversión genuina. En su humanidad, Cristo colmó la medida de las exigencias de la ley. Fue la cabeza de la humanidad, su sustituto y garante. Los seres humanos, al unir su debilidad a la naturaleza divina de Cristo, pueden llegar a ser participantes de su carácter.
Cristo vino para dar un ejemplo de perfecta conformidad con la ley de Dios, tal como se requiere de todos, desde Adán, el primer hombre, hasta la última persona que viva en la tierra. Declaró que su misión no consistía en destruir la ley sino en cumplirla mediante una perfecta y cabal obediencia.
De esa manera, la magnificó y engrandeció. Por medio de su vida manifestó su naturaleza espiritual. A la vista de los seres celestiales, de los mundos que no han caído y de un mundo desobediente, desagradecido e impío, él cumplió los abarcantes principios de la ley. Vino para demostrar el hecho de que la humanidad, aliada por la fe viviente con la Deidad, puede guardar los mandamientos de Dios.
Las ofrendas simbólicas señalaban a Cristo, y cuando se hizo el sacrificio perfecto, las ofrendas por los sacrificios ya no eran más aceptables para Dios. El tipo se encontró con el antitipo en la muerte del unigénito Hijo de Dios. Vino para poner en claro el carácter inmutable de la ley de Dios, para declarar que la obediencia y la transgresión nunca serán premiadas por Dios con la vida eterna. Vino como hombre a la humanidad, para que esta pudiera tocar la humanidad.
Pero en ningún caso vino para disminuir la obligación de los mortales de ser perfectamente obedientes. No destruyó la validez de las Escrituras del Antiguo Testamento. Cumplió lo que había sido predicho por Dios mismo. Vino, no para liberar a los seres humanos de los requerimientos de la ley, sino para abrir un camino por medio del cual pudieran obedecer esa ley y enseñar a otros a hacer lo mismo (Ser semejante a Jesús, 10 de diciembre, p. 351).
Cuando Cristo en la cruz exclamó: 'Consumado es,' el velo del templo se partió en dos. Este velo significaba mucho para la nación judía. Estaba hecho de un material muy costoso, de púrpura y oro... Cuando Cristo exhaló su último aliento, había testigos en el templo que vieron cómo el inerte y resistente material era rasgado de arriba abajo por manos invisibles. Ese acto significaba para el universo celestial y para un mundo corrompido por el pecado, que un camino nuevo y vivo había sido abierto para la raza caída, que todos los sacrificios ceremoniales habían terminado con el gran sacrificio del Hijo de Dios.
El símbolo había encontrado en la muerte del Hijo de Dios la realidad que figuraba... Estaba abierto el camino que llevaba al santísimo. Había sido preparado un camino nuevo y viviente. Ya no necesitaría la humanidad pecaminosa y entristecida esperar la venida del sumo sacerdote. Desde entonces, el Salvador iba a oficiar como sacerdote y abogado en el cielo de los cielos... Ahora terminan todos los sacrificios y ofrendas por el pecado. El Hijo de Dios ha venido conforme a su Palabra: "Heme aquí (en la cabecera del libro está escrito de mí) para que haga, oh Dios tu voluntad". "Por su propia sangre (él entra) una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención". Hebreos 10:7; 9:12 (The Faith I Live By, p. 201; parcialmente en La fe por la cual vivo, 14 de julio, p. 203).
By Daniel Ramos5
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NOTAS DE ELENA
Material complementario de la escuela Sabática para adultos
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
DOMINGO, 30 DE NOVIEMBRE
TIPOLOGÍA BÍBLICA
Al cumplir "toda justicia", Cristo no llevó la justicia a un fin. Cumplió todas las exigencias de Dios en arrepentimiento, fe y bautismo, los pasos en la gracia en la conversión genuina. En su humanidad, Cristo colmó la medida de las exigencias de la ley. Fue la cabeza de la humanidad, su sustituto y garante. Los seres humanos, al unir su debilidad a la naturaleza divina de Cristo, pueden llegar a ser participantes de su carácter.
Cristo vino para dar un ejemplo de perfecta conformidad con la ley de Dios, tal como se requiere de todos, desde Adán, el primer hombre, hasta la última persona que viva en la tierra. Declaró que su misión no consistía en destruir la ley sino en cumplirla mediante una perfecta y cabal obediencia.
De esa manera, la magnificó y engrandeció. Por medio de su vida manifestó su naturaleza espiritual. A la vista de los seres celestiales, de los mundos que no han caído y de un mundo desobediente, desagradecido e impío, él cumplió los abarcantes principios de la ley. Vino para demostrar el hecho de que la humanidad, aliada por la fe viviente con la Deidad, puede guardar los mandamientos de Dios.
Las ofrendas simbólicas señalaban a Cristo, y cuando se hizo el sacrificio perfecto, las ofrendas por los sacrificios ya no eran más aceptables para Dios. El tipo se encontró con el antitipo en la muerte del unigénito Hijo de Dios. Vino para poner en claro el carácter inmutable de la ley de Dios, para declarar que la obediencia y la transgresión nunca serán premiadas por Dios con la vida eterna. Vino como hombre a la humanidad, para que esta pudiera tocar la humanidad.
Pero en ningún caso vino para disminuir la obligación de los mortales de ser perfectamente obedientes. No destruyó la validez de las Escrituras del Antiguo Testamento. Cumplió lo que había sido predicho por Dios mismo. Vino, no para liberar a los seres humanos de los requerimientos de la ley, sino para abrir un camino por medio del cual pudieran obedecer esa ley y enseñar a otros a hacer lo mismo (Ser semejante a Jesús, 10 de diciembre, p. 351).
Cuando Cristo en la cruz exclamó: 'Consumado es,' el velo del templo se partió en dos. Este velo significaba mucho para la nación judía. Estaba hecho de un material muy costoso, de púrpura y oro... Cuando Cristo exhaló su último aliento, había testigos en el templo que vieron cómo el inerte y resistente material era rasgado de arriba abajo por manos invisibles. Ese acto significaba para el universo celestial y para un mundo corrompido por el pecado, que un camino nuevo y vivo había sido abierto para la raza caída, que todos los sacrificios ceremoniales habían terminado con el gran sacrificio del Hijo de Dios.
El símbolo había encontrado en la muerte del Hijo de Dios la realidad que figuraba... Estaba abierto el camino que llevaba al santísimo. Había sido preparado un camino nuevo y viviente. Ya no necesitaría la humanidad pecaminosa y entristecida esperar la venida del sumo sacerdote. Desde entonces, el Salvador iba a oficiar como sacerdote y abogado en el cielo de los cielos... Ahora terminan todos los sacrificios y ofrendas por el pecado. El Hijo de Dios ha venido conforme a su Palabra: "Heme aquí (en la cabecera del libro está escrito de mí) para que haga, oh Dios tu voluntad". "Por su propia sangre (él entra) una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención". Hebreos 10:7; 9:12 (The Faith I Live By, p. 201; parcialmente en La fe por la cual vivo, 14 de julio, p. 203).