(Ver debajo para español)

One of the characteristics of a Christian is to give. Giving is an attribute of God, and He wants His children to be like Him. Thus, the basis of giving is our childhood in God. This childhood in God makes us joyful, just as Jesus said to His disciples, “rejoice that your names are written in heaven” (Luke 10:20). We also learned about that in 2015, with the yearly theme, “Joy in Christ.” This joy does not refer to mere earthly or temporary happiness; it is the divine and eternal joy, and our response is to give, just as we have been recipients of everything God has given us.

This response was displayed by the first congregation of Christians (Acts 2:44-47). They were so joyful to know that they had received the gift of the Spirit and were children of God, that they shared everything they had with one another.

Not only do we become joyful when we recognize that everything good has come from God (Psalm 145:8-9), but also because we realize that we are able to share that with others. When we give out of joy to our brother, sister, or even the church, we are actually offering to God, and God loves a joyful giver! (2 Corinthians 9:7)

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ESPAÑOL
Una de las características de un cristiano es dar. Dar es un atributo de Dios, y Él quiere que Sus hijos sean como Él. Por lo tanto, el fundamento de dar es nuestra filiación divina (infancia en Dios). Esta filiación divina nos llena de gozo, tal como Jesús dijo a Sus discípulos: «regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos» (Lucas 10:20). También aprendimos sobre eso en 2015, con la temática anual «Alegría en Cristo». Este gozo no se refiere a una mera felicidad terrenal o temporal; es el gozo divino y eterno, y nuestra respuesta es dar, así como hemos sido receptores de todo lo que Dios nos ha dado.

Esta respuesta fue demostrada por la primera congregación de cristianos (Hechos 2:44-47). Estaban tan llenos de gozo por saber que habían recibido el don del Espíritu y por ser hijos de Dios, que compartieron todo lo que tenían unos con otros.

No sólo nos llenamos de gozo cuando reconocemos que todo lo que es bueno proviene de Dios (Salmo 145:8-9), sino también porque nos percatamos de que podemos compartirlo con los demás. Cuando damos alegremente a nuestro hermano, hermana o incluso a la iglesia, en realidad, estamos haciendo una ofrenda a Dios, y ¡Dios ama al dador alegre! (2 Corintios 9:7)