El 7 de noviembre de 1610, en la plaza mayor de Logroño, se ejecutó la sentencia dictada por el Tribunal de la Inquisición y que condenaba a ser quemadas vivas a seis personas (cuatro mujeres y dos hombres) y a otras cinco de forma simbólica, ya que habían muerto durante los interrogatorios del proceso. El que está considerado como el caso más famoso contra la brujería en España tiene su origen en la persecución a las brujas en el sur de Francia. Una joven que huyó de esa represión llegó a la aldea Navarra de Zugarramurdi, y denunció a otra vecina, acusándola de brujería. Así comenzó una espiral de denuncias, confesiones y acusaciones que acabó con un comisario de la Inquisición en el pueblo. Los informes de ese inquisidor sirvieron al Tribunal de Logroño para encausar a más de medio centenar de vecinos de Zugarramurdi, 11 de los cuales murieron, bien durante el proceso o en el auto de fe de Logroño.