En primera a los Corintios el apóstol Pablo corrige a un hermano que cayó en inmoralidad, determinó que el autor de la ofensa debía ser entregado a Satanás para la destrucción de la carne a fin de que el Espíritu sea salvo en el día del Señor. Fue muy severo, pero más tarde reflexionó y corrigió dejando lugar para el arrepentimiento.