La morada de Dios está en los corazones de los humildes, afligidos y contritos de Espíritu, que aman su palabra y tiemblan ante ella. Estos reciben la palabra como una voz de mando de la boca de Dios y, por fe, la ponen en práctica, al inculcar la palabra en nuestros corazones ♥️ mediante la inmersión, Dios tiene una morada entre nosotros y cumple su voluntad.