Tras la rebelión de Satanás la tierra se encontraba en un estado lamentable: caótica vacía y llena de tinieblas. Sin embargo al final del versículo dos leemos que el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas (Génesis 1: 2). La presencia del espíritu indica la intención de Dios de restaurar algo según su propia voluntad.