Así como las iglesias necesitan ser emancipadas para practicar las herramientas de la obra del Señor y valerse por sí mismas para hacer la voluntad de Dios, cada uno de nosotros también necesita emanciparse y abandonar el síndrome del pobre de mí, algunos pueden afirmar que no entienden la Biblia, que no saben nada de la voluntad de Dios y que por eso recibieron una parcela menor "no" a cada uno de nosotros se nos ha dado una tierra de igual valor; solo tenemos que trabajarla.