Nuestra mente se llena de la palabra que se nos inculca mediante la inmersión. Nuestras emociones ya no son tan frágiles como antes. Nos sentimos gozosos y felices porque tenemos el encabezamiento de Cristo, la dirección de la palabra de Dios. Nuestra voluntad ya no está suelta punto ya no seguimos los deseos de la carne y la mente como antes. Efesios 2:3