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Un cuarto silencioso, una pareja unida, un espejo que guarda secretos… y un viaje de siglos.
En 1434, Jan van Eyck pintó El matrimonio Arnolfini, un pequeño lienzo que pronto salió de su taller para recorrer palacios y colecciones: de los Países Bajos a España, de Felipe II a María de Hungría, hasta llegar finalmente a la National Gallery de Londres.
Nada en él es casual: un perro símbolo de fidelidad, una lámpara encendida como presencia divina, un vestido verde que evoca fertilidad, una firma que convierte al pintor en testigo.
En este episodio de Por la senda del arte, descubrimos los símbolos, la historia y la apasionante biografía de una obra que es a la vez documento, enigma y espejo eterno
By Marián HerreroUn cuarto silencioso, una pareja unida, un espejo que guarda secretos… y un viaje de siglos.
En 1434, Jan van Eyck pintó El matrimonio Arnolfini, un pequeño lienzo que pronto salió de su taller para recorrer palacios y colecciones: de los Países Bajos a España, de Felipe II a María de Hungría, hasta llegar finalmente a la National Gallery de Londres.
Nada en él es casual: un perro símbolo de fidelidad, una lámpara encendida como presencia divina, un vestido verde que evoca fertilidad, una firma que convierte al pintor en testigo.
En este episodio de Por la senda del arte, descubrimos los símbolos, la historia y la apasionante biografía de una obra que es a la vez documento, enigma y espejo eterno