El padre de Moner estaba contento, ahora en el negocio siempre había luz, y empezó a cerrar un poquito mas tarde, ya los vecinos iban con mas confianza y poco a poco empezó a comprar mas cosas para vender, Su madre empezó a vender habichuelas blanditas y pollo a las vecinas cercanas, se levantaba mas temprano y empezaba a ablandarlas en un fogón que le preparaba el marido en el patio de la casa, allí las ablandaba y las preparaba para la venta, solo la ponía en el mostrador del negocio y cuando llegaban las 11 de la mañana ya no quedaba ni un poquito. Era algo genial para la familia, con ello inscribieron a la única hija que le quedaba en casa en la escuela y empezó a estudiar. Todo iba de mejor en mejor para ellos gracias a Dios y la ayuda de su hijo Moner.
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