Adolphe Sax llegó a París en octubre de 1842 enfrentándose a graves dificultades económicas y sin la aprobación de su padre. Allí encontró el apoyo de sus amigos más cercanos, quienes desempeñaron un papel fundamental en su extensa carrera, aunque también tuvo que enfrentarse a crueles rivales que harían de su etapa en la capital francesa un proceso cargado de profundas adversidades.