Se van a cumplir dos años del inicio de una distopía que

se hizo realidad. Una distopía que antes que cualquier vidente, la vio Erik

Urano y la plasmó en “Neovalladolor”, un álbum que vio la luz un 20 de marzo de

2020 y que fue un presagio de lo que viviríamos desde aquellos días de

oscuridad, incertidumbre, encierro y virtualización de la realidad; pero que

también salía a la caza de un sonido diferente: el reinicio de ciertas

maneras de bailar, de rapear, de cantar, de narrar, de ver el mundo a través de

la música.

No es necesario que por aquello le pongamos un programa

de futurología y tarot en las madrugadas de alguna cadena de la TDT española.

Lo que sí es necesario es asumir que el vallisoletano es una de las mentes más

avezadas de la música estatal, y más concretamente de una música urbana que

lleva unos cuantos años cayendo en patrones repetitivos y poco arriesgados.

Por suerte, no está solo. Ya en “Neovalladolor” destacaba

especialmente el trabajo que había conseguido con Merca Bae en la canción “Molecular”.

Aquella pieza se ha convertido en una suerte de piedra filosofal de lo que

puede ser un rap cósmico, a la caza de suburbios sonoros que habitan en un

metaverso sonoro inexplorado pero que, ambos, consiguen ver por una mirilla

inédita en “Qubits”, un álbum que caza un código en el que la electrónica

futurista se funde con una suerte de predicaciones líricas que viven en un

código binario hiperrealista.

Merca Bae deconstruye el ritmo: está más interesado en

partir del jungle, del dancehall, del drum’n’bass, del footwork, de una

electrónica de club oscurantista que forma parte del clubbing británico donde

se forjaron artistas de la talla de Actress, Benga, The Bug o Coki. Erik Urano

aterriza discursos casi extraterrestres: consigue hacer una suerte de crítica

de las derivas de la vida moderna desde la electricidad, desde la asimilación de

la vida virtual que tenemos, de los ceros y unos, de la conexión. Juntos,

consiguen condensar todo lo que no sabemos y necesitamos de nosotros mismos. El

futuro llegó hace rato.

Alan Queipo.