Éxodo 3:2-4 NVI Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: «¡Qué increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza». Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: —¡Moisés, Moisés! —Aquí estoy —respondió.
Cuando somos bautizados por el Espíritu Santo, tenemos la presencia de Dios, la pasión por Dios y su pureza para no apagar al Espíritu sino que viva encendido en nuestro corazón.